CAPITULO 5

LA REAL ACADEMIA CAROLINA


Con la expulsión de los jesuitas (1767), todas las instituciones que fueron regentadas por ellos, se vieron afectadas por su ausencia, la Universidad de San Francisco Xavier pasó a depender de las autoridades civiles y el Arzobispo comenzó a actuar como Canciller de la Universidad.
Mientras en La Plata se mantenían por inercia los moldes tradicionales establecidos por la orden religiosa, en Europa las ideas de la Ilustración influyeron sobre el desarrollo de una nueva visión del estudio del Derecho, alejándolo del paradigma escolástico tradicional y alentando una nueva perspectiva, más acorde con las problemáticas planteadas por las cuestiones legales vigentes en Europa. (36)
Un personaje influenciado por estas nuevas tendencias del derecho en Europa, fue don Ramón de Rivera y Peña, quien egresó de una escuela jesuítica existente en La Coruña (España). Este fue un hombre de gran experiencia en el campo jurídico y educativo. En 1776 emigró a La Plata y ese año fundó la Academia Carolina, en honor al rey Carlos III, con el objetivo de formar abogados de excelencia. La nueva institución comenzó a funcionar dentro de la Universidad de San Francisco Xavier, aunque dependiendo de la Audiencia en cuestiones importantes como la designación de los profesores y la elección del Presidente de la Academia, que debía ser siempre un oidor. (36)
 


Fig.13 Escudo de la Academia Carolina
Fuente: Publicación U.M.R.P.S.F.X.CH. Sucre 2007

Un paso importante en la consolidación total de España en América fue el conjunto de reformas borbónicas, principalmente ejecutadas durante el reinado de Carlos III.
Como parte de estas reformas de interés para Charcas, fue creado el Virreinato del Río de La Plata aprobada en febrero de 1776, el funcionamiento en la Villa de la Plata de la Real Academia Carolina.
Su primer Ministro Director y Juez Conservador fue el doctor Joseph de Castilla y su Presidente el doctor Alejandro Pinto, ambos venidos de España.
Naturalmente, entre los integrantes de la Academia estuvo la principal autoridad política de Charcas: el Presidente de la Audiencia, don Ambrosio Benavidez; junto a él, la máxima autoridad eclesiástica, el Cancelario de la Universidad Fray Antonio José de San Alberto.
El cuerpo de practicantes y funcionarios juristas empezó a funcionar en 1776, puede considerarse como el fórum del Estado Alto peruano.
Su local funcionó en la planta baja del Palacio Arzobispal, hoy Palacio de Gobierno, contiguo a la Iglesia Catedral.
La Academia, paralela a la Universidad de San Francisco Xavier, inició sus actividades el año 1776, fue definitivamente aprobada por Cédula del 28 de agosto de 1780. La enseñanza era práctica, aunque todavía sobrevivían los estudios teóricos. (39)
El postulante debía demostrar «su pureza de sangre», aunque con el transcurrir de los años, la institución se tornó más permisiva, admitiendo a mestizos e incluso a miembros de la nobleza indígena. El prestigio de la academia atrajo estudiantes de todo el Alto Perú y de regiones distantes como Buenos Aires y Arequipa, lo que le otorgó un carácter variopinto y cosmopolita.
La creación de la Real Academia le sirvió a la Corona para mediar y regular la vida académica de los futuros abogados, así como para reafirmar el poder y la figura del rey que se realizaba desde el mismo ingreso de los estudiantes.
Según Joaquín Loayza Valda la admisión a la Academia se realizó a través del juramento Justicia servanda at que fidelitate (La justicia debe ser conservada como la fidelidad), consistente en cuatro preguntas que debían ser afirmativamente respondidas:¿Prometéis por esta señal de Cruz defender la Inmaculada Concepción de María Santísima?
¿Prometéis defender la sanción XV del Concilio Constantiense en que se proscribe el regicidio y tiranicidio?
¿Prometéis obedecer a tus superiores In Rebus Licitus et Hosnestis?
¿Prometéis aprobar al digno y reprobar al indigno siempre que os toque voto? (40)
El texto del juramento expresaba la afirmación, resolución de discusiones y debates políticos que la Corona española mantuvo con los miembros de la Compañía de Jesús.
Los jesuitas fueron considerados los enemigos intelectuales y políticos de la autoridad regia, ya que habían sostenido que ante el avasallamiento de derechos, el quiebre del pacto y de prácticas tiránicas, se constituía como legítimo derecho el ajusticiar al soberano (tiranicidio).
No por casualidad, el juramento comprometió a la proscripción del regicidio, es decir, al asesinato del monarca o al intento de conspirar e intrigar para asesinarlo.
El juramento rezaba que debía ser mantenida la Justicia como la Fidelidad.
Esto significaba que los abogados debían ejercer una fórmula que exigía la conservación de la justicia como acto demostrativo de la fidelidad al monarca. Los abogados eran llamados a obrar en un equilibrio entre dos cosas que debían mantener: justicia y fidelidad.
Entonces, conservar la Justicia pero también la Fidelidad, podría suponer dos cosas, o que había algo en dicho discurso que contrariaba a los propios términos, develando los problemas políticos que abrían las reformas borbónicas, ya que a veces, justicia y realismo político se enfrentaban mutuamente, o bien, era la misma fórmula política que intentaban construir los borbones, con el propósito de amalgamar amor al rey y amor a su justicia.
Una decisión importante para la vida de la Academia fue la designación de Victorián de Villava, como Fiscal de la Audiencia de Charcas y Protector Natural de Indios (1790), se mantuvo por cinco años, posteriormente en 1795, fue designado director de la Academia Real Carolina. Este personaje introdujo en 1784 las Lecciones de comercio o bien de Economía civil de Antonio Genovesi -a las que añadió un discurso preliminar y un apéndice con sus propias opiniones-, e intervino como Fiscal, en la problemática y en el debate de su época. De alguna forma esto politizó la intervención de la Academia y de la propia Universidad en la discusión jurídica y política.
En contraste, la academia se impuso como la única institución de importancia en el virreinato del Río de La Plata, se constituyó en lo que un autor denomina una «escuela de dirigentes para la independencia».(41)
Adherida, parcialmente, a la ideología de la ilustración, sus egresados participaron en los movimientos independentistas en Bolivia, Argentina y Chile. Resultado de una institución que se constituyó como “una esfera política pública, espacio de discusión donde un público, de tipo elitista, deliberaba racionalmente sobre cuestiones del mundo”. (39)

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39 Mendoza Pizarro Javier Academia Carolina Rev. Cien Cult n.22-23 La Paz 2009
40 Loayza Valda Joaquín. (1998): La Universidad de Charcas. Sucre. USFXC, p.1 1
41 Francovich, Guillermo“Pensamiento Universitario de Charcas”, 1948.