CAPITULO 6

LA UNIVERSIDAD DE CHARCAS EN LA JORNADA DE MAYO 1809

Introducción
La mayor gloria de la Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca, durante el proceso de la gesta de la Revolución de mayo es haber sido no solamente un foco de cultura, que durante la época colonial difundió desde sus aulas el saber filosófico y jurídico, sino en haber constituido a principios del siglo XIX, un centro de conciencia americana, una fuerza renovadora que contribuyó a la estructuración política y social de otros pueblos del continente.(42)
Si comparamos a la Universidad de Charcas con otras instituciones educativas de América, entenderemos que su rol fue decisivo en la iniciación de la primera gesta libertaria americana.
Al respecto, conviene manifestar, que mientras la Universidad de Lima hacía manifestaciones de aversión a la idea independentista, la de Córdoba estaba sumida en el pleito entre clérigos y franciscanos para controlarla, debido a la vacancia originada por la expulsión de los jesuitas, la Universidad de La Plata ardía como una fragua del saber y de las inquietudes políticas.
Para la aplicación de esas acciones, en los años previos un grupo de jóvenes revolucionarios, fermentaron sus ideas y acciones, en el laboratorio político e ideológico denominado Academia Carolina. Según diversos historiadores que recogieron esas experiencias políticas, todos coinciden en que este foro fue el verdadero forjador de líderes y caudillos que dirigieron la asonada revolucionaria del 25 de mayo de 1809, en La Plata, Chuquisaca; y quienes posteriormente llevaron la lumbre idealista a la ciudad de La Paz, replicando sus acciones en la revolución del 16 de julio de 1809.
Por tal razón, la Universidad de Charcas influyó en la mentalidad y germinación de las ideas democráticas que dieron origen a la independencia de las colonias españolas. En sus claustros se formaron los espíritus ponderados y equilibrados para la creación de las jóvenes repúblicas americanas.
La ciudad de Chuquisaca era pequeña durante la colonia, apenas tenía unos 18 mil habitantes, la Universidad tenía en ella un lugar excepcional, y su actividad se desbordaba de los claustros, se derramaba sobre todas las clases sociales, quienes vivían de las inquietudes agitadas por los estudiantes.
Por lo menos 70 doctores y 600 estudiantes, criollos en su mayoría, unos 500 venidos de otros lugares del virreinato, moraban en Chuquisaca, y permanecían en contacto directo con todos, incluyendo a los mestizos urbanos. Solo así se explica que un cholo chuquisaqueño, analfabeto, tuviera la calidad y el arrojo para opinar acerca de los intereses del bien común. (43)
Lucha intelectual y guerra fría.
Antes de la iniciación de la lucha armada del 25 de mayo, se intensificó la lucha intelectual, se venció la resistencia monárquica con los principios filosóficos y políticos, implantando una guerra fría, con proclamas ardientes y sedientas de emancipación.
Frente a la fuerza del poder colonial, se enardeció el “fervor intelectual y el calor político”. (43)
Los hombres en 1809, mantuvieron una lucha filosófica y política con un realismo maquiavélico: astucia, engaño, halago, crueldad, violencia y mentira, como instrumentos de acción social y recursos necesarios para el manejo de los hombres.
Los preparativos de los sucesos del 25 de mayo de 1809 tuvieron una larga trayectoria. La labor de los agitadores y revoltosos doctores de Chuquisaca inició su accionar en 1808 que culminó con un dramático efecto en 1825.
La preparación de la agitación revolucionaria, se efectuaba en reuniones o juntas cívicas clandestinas, y en casas no sospechosas.
En ellas se impartían consignas para mantener el espíritu subversivo de la población colonial. Los fogosos y satíricos manuscritos se elaboraron y circulaban entre el público como moneda corriente. Los escritores fueron clandestinos editores de los manuscritos anónimos y subversivos, fijados en las paredes o que circularon de mano en mano secretamente; la liberación -como dice Gabriel René Moreno “era una institución pública”. Estos pasquines -dice don Jorge Delgadillo-, eran tan alarmantes que figuran en los sucesos de entonces, y permite hoy tener un juicio exacto de la tendencia y verdadera significación de todo lo ocurrido.(43)
En un documento de la Real Audiencia citado por De Gori (44) podemos leer al respecto lo siguiente:
“Sentencia, Mueran: Ussoz, Pizarro y la Chapetonada”.
“Los oidores, manejaban muy bien la astucia y la picardía. Sabían que las paredes oyen: y por ello, en una de esas “ Juntas” en la casa de Ignacio Cuellar, pudo percibir – el vecino Cura Barrón – “que se trató de vengar la injuria que el señor Usos había inferido al Claustro haciendo quitar en una función pública del entierro del señor Oydor honorario Don Juan José Segovia el cojín que por costumbre se ponía al rector de la Universidad y resolvieron en ella ahorcar a dicho señor Usos que noticiosos éste de ello y de que en seguido pasaría a cuchillo a los chapetones, llamó al Escribano de Cámara Don Ángel Mariano Toro”, “y como le notificase sobre ser cierta dicha conspiración contra su persona”,“trataron ambos el dirigir este procedimiento contra el señor Presidente – Pizarro – de quien recelaban los prendiese que esta resolución no le fue tan oculta de su excelencia y la tuvo de executar el arresto de dicho señor Usos, Fiscal, Zudáñez, y Anívarro con anticipación la que se frustró porque ya tenían tomadas sus medidas– los Oidores – para ejecutarla con su Excelencia como sucedió en dicha noche del veinte y cinco de Mayo; así declara Don Jacobo Pope”. (44)
El declarante Don Miguel Tezanos Pinto, refiere que
“era notorio y vio que los señores ministros concurrían a la casa del señor La Iglesia en la Sala Capitular y en la del señor Ussos sin distinción de hora y sin el traje propio del decoro del Tribunal”; también afirma “que en el momento que dio principio al tumulto en dicha noche del 25 de mayo fue buscado en su casa de orden del propio Tribunal, y como no fuese encontrado en ella le solicitaron en la de Villodas de la que salió expresando ser ya preciso intervenir en ella sin poder excusarse”. Además, “oyó decir que antes del veinte y cinco de mayo tenían en su casa los Zudáñez ochenta cholos y Gualaychos que es la peor gente armados”.(44)
“Dos noches precedentes a la del 25 de mayo”, se celebraron acuerdos y se dispusieron patrullas encabezada por los hermanos Zudáñez, Bernardo Monteagudo, Ussos y Juan Manuel Lemoyne, los demás regidores y vecinos, asistiendo los ministros sin el respetuoso traje, que era de rigor.
Que estas rondas sólo tenían el objeto de espiar al excelentísimo señor Presidente por los Recelo que tenían de que este quería hacer varias prisiones y evitar estas”.
En estas circunstancias, la noche del 25, “ya estaban apostados en la Alameda, Quebradas o Guaycos de los caminos de Guata, Tucsupaya y Recoleta (…) los indios y moradores del Partido de Yamparáez”, con la presencia de don Juan Antonio Álvarez Arenales, don Manuel Molina, escribe al autor de La Guerra de los Quince Años y le expresa que las acciones de Reconquista y Victoria en Buenos Aires contra los ingleses “dejaron prisionero a Barresfort que escapó con don Aniceto Padilla (cochabambino) dejando ya, una pequeña asociación establecida e iniciada para defender el interés por la independencia: entre los socios habían, según un acuerdo, un Escalera (también cochabambino), el Dr. Bieytes, el Dr. Medrano y unos cuantos vecinos de Buenos Aires, que vivían cerca del retiro, y con quienes se tenía correspondencia bajo los nombres del Tiburcio Parra y Tiburcio Viñas, tomados Adlimitum, y un hermano mío -le dice- Francisco Molina, venido de Buenos Aires, iniciado, y que estableció un pequeñísimo círculo -en Chuquisaca-, cuya reunión se hacía en casa del doctor Benito Alzérreca (casa situada en la plaza mayor, donde en 1825, vivía Don Jorge Delgadillo). A este pequeñísimo círculo -dice Don Manuel Molina- “vinieron a iniciarse de La Paz, los señores Lanza y Sagárnaga, antiguos y conocidos patriotas”.
La guerra fría comienza a convertirse en caliente, pues, según refiere el Guardián de San Francisco, inicia la ofensiva “el cuerpo de Abogados”, observando “las órdenes del señor Virrey y del Presidente Pizarro que se propusieron contradecirla por odio a ellos”. Como el alegato es patrimonio de los protegidos de San Ibo, los abogados iniciaron su chicana “pidiendo -al Cabildo- se les eximiese [de ciertas imposiciones] por privilegios y ocupaciones de su oficio”. “El Presidente tuvo de este libelo, del estudio donde se forjó y del abogado que recogía firmas”. “Con éste, y aún con copia del escrito, según dicen, produjo información para el esclarecimiento y con él se quejó donde tuvo por conveniente”.
Llega el mes de febrero de 1809, “el mismo Aníbarro hallándose de Rejidor electivo a pretexto de pedir testimonio de las actuaciones del año pasado para cubrir su conducta ante el Rey, renovó las gestiones sobre el Seminario. A principios de Marzo comenzó el Cabildo a tratar sobre esta bien premeditada presentación que en todo el mes no se pudo acordar sin embargo de ser muchas las sesiones que para el efecto práctico, que por tan largas cuanto extemporáneas fueron odiosas y escandalosas para todos los juicios que atildaban la conducta del Cabildo, pero muy celebradas para todos los que fomentaban desunión del Cabildo”.Encendida así la mecha del explosivo, en el Cabildo, pronto estallará la dinamita, en la Real Audiencia, con la calumnia -así calificada por el Guardián del Convento de San Francisco Fray Marcos Benavente- a la segunda saeta del traidor que vino con abonar los premonitores de la sublevación “en la semana santa”.
Más específicamente, el Señor Guardián lo expresa así:
…se procuraba fomentar -en el Ayuntamiento- con el mayor estudio la detestable calumnia de que por traición se quería entregar esta ciudad -de los Charcas- a la Señora Princesa del Brasil y que para libertarse del Jefe –Pizarro- y el prelado Moxó -de los fieles vasallos que se lo podían impedir trataban de desterrarlos enviándolos- a los cabildantes -a Buenos Aires con la sumaria que aseguraban que estaba recibiendo el Jefe, para embarazarla y estorbar sus intentos, resolvió el cabildo ponerse bajo la protección de la Real Audiencia exponiendo los hechos que le hacían temer.
El movimiento de La Plata constituyó el primer levantamiento independentista, no sólo del Alto Perú sino de la América Hispana y una verdadera revolución por sus variables historiográficas”.(45)
Muchos historiadores han dedicado sus investigaciones a este acontecimiento: Gabriel René Moreno, Valentín Abecia Ayllón, Luis Alberto Sánchez, Guillermo Francovich, Roberto Querejazu Calvo, Alcides Arguedas, Jaime Gunnar y Javier Mendoza, Augusto Guzmán y Hugo Poppe.
Particularmente el historiador jesuita español Estanislao Just Lleo manifiesta: “La revolución de Charcas tiene una duración mayor que la que pudiera suponer los sucesos de la noche del 25 de mayo de 1809. Si tan sólo nos fijásemos en éstos, prescindiendo de cuanto supone la formalidad del movimiento, nuestra visión de los hechos sería inexacta. El nuevo gobierno que surge en la madrugada del día 26, con toda su acción revolucionaria, se extiende hasta la llegada del presidente Nieto -25 de diciembre de ese mismo año- con la que nuevamente se vuelve a imponer el régimen anterior”. (45).
Por su parte, el historiador argentino, Vicente Oswaldo Cutolo, al referirse al mismo tema expresa:
La Revolución de Chuquisaca del 25 de Mayo de 1809, fue la primera manifestación efectiva y social del espíritu de libertad en América española…”. Y, luego continua: “No es extraño que el primero, el de Chuquisaca, haya estallado en el seno de una sociedad culta dotada de un prestigioso centro de importancia como fue la Universidad de San Francisco Xavier”. (46)

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42 Francovich, Guillermo“Pensamiento Universitario de Charcas”, 1948.
43 Cutolo Vicente Oswaldo “Coloquio de Historiadores Iberoamericanos” Fundación Cultural “La Plata” Segunda Edición Imprenta Tupac Katari Sucre Bolivia 2006
44 De Gori, Esteban. “La Universidad de Charcas Teoría y Acción Política” en Revista Historia de la Educación Latinoamericana No 14, Tunja, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.
45 Just LLaó Estanislao. Comienzo de la Independencia en el Alto Perú, Los sucesos de Chuquisaca 1809 Sucre 1994
46 Cutolo Vicente Oswaldo: Importancia Continental de la Insurrección del 25 de Mayo de 1809 Fundación cultural La Plata, Sucre, 1999.