Maimónides. Médico del Sultán y curador de pobres


 

Moisés Maimónides  ( Moshé ben Maimón )  en hebreo: משה בן מימון‎, 
 Córdoba, (Al-Ándalus) 1135 -  Fustat, (Egipto) 1204

 Fue uno de los científicos más relevantes de la Edad Media. Nació en Córdoba, la capital de la España árabe, pero tuvo que dejar su tierra natal empujado, como tantos otros en la historia, por la intransigencia religiosa. Fue médico y filósofo de ricos y pobres. A juzgar por las continuas menciones que hace de ellos en sus escritos, encontró inspiración en la lectura de los sabios griegos de Hipócrates, Galeno y Aristóteles, y bebió de las fuentes del saber de los grandes sabios árabes, Rhazes de Persia, al-Farabi y el médico hispano-árabe Ibn Zhur. Su fama de sabio le llevó a ser médico de poderosos señores, pero jamás se olvidó de los pobres. Maimónides describe así un típico día de trabajo:

Mis deberes con el Sultán son una pesada carga. Estoy obligado a visitarlo cada día y cuando uno de sus hijos, o alguna de las mujeres de su harén, está indispuesto. No me atrevo a salir de El Cairo porque debo pasar una gran parte del día en palacio… Llego a El Cairo muy temprano e, incluso cuando no sucede nada de importancia, no regreso a Fostat hasta la tarde, hambriento y fatigado. Al llegar encuentro la antesala de mi casa llena de gente… converso con ellos y receto mientras permanezco echado por culpa de la fatiga. Cuando cae la noche estoy tan exhausto que apenas me quedan fuerzas para hablar…

Aquella forma de atender a los enfermos era muy comentada porque muchas veces Maimónides diagnosticaba y escribía la receta sin necesidad de intercambiar ni una palabra con su paciente. Cuentan que cierta vez un hombre sano decidió visitarlo como un enfermo más para poner a prueba la sabiduría de Maimónides. El sabio observó al paciente durante unos leves instantes y, sin mediar palabra, comenzó a escribir la receta. El hombre salió del consultorio sonriendo para sus adentros porque pensaba haber engañado al médico. Intentó leer lo que le había recetado pero no entendía nada, así que mostró la receta a un farmacéutico. Éste, habituado a los garabatos de Maimónides, leyó en alto el diagnóstico: “Usted lo que tiene es hambre. Tómese un buen desayuno”.

Entre las grandes obras médicas de Maimónides destaca un grupo de libros destinados a comentar, divulgar, y polemizar a veces, las obras de sus antecesores, entre ellos están: Extractos de Galeno, Comentarios sobre los aforismos de Hipócrates y Aforismos médicos de Moisés.

Escribió tratados sobre las hemorroides y el asma. En este último recomienda a los asmáticos huir del aire contaminado de la ciudad, vivir en pisos altos y ventilados, con las habitaciones alejadas de las letrinas. “El aire puro – dice Maimónides- es la regla más importante para la preservación de la salud del cuerpo y del espíritu“.

A petición de un sobrino de Saladino, que deseaba aumentar su potencia sexual, Maimónides escribió su Tratado sobre las relaciones sexuales . Es una obra extensa en la que, entre otros muchos temas, describe drogas útiles como afrodisíacos, aconseja moderación en la actividad sexual y describe la fisiología de los sexos.

Escribió un Tratado de los venenos y sus antídotos que fue empleado como texto de toxicología durante toda la Edad Media. En él habla de los tratamientos contra las mordeduras de las serpientes y describe los síntomas de envenenamiento causado por diferentes tóxicos.

Convencido de que la mejor forma de prevenir las enfermedades consiste en llevar una vida sana, tener costumbres saludables y evitar los excesos, escribió una serie de recomendaciones higiénicas y dietéticas en su obra El Régimen de la salud.


 

Oración de Maimónides médico


¡Shalom!

"Dios, llena mi alma de amor por el arte y por todas las criaturas.
Aparta de mí la tentación de que la sed de lucro y la búsqueda de la gloria
me influencien en el ejercicio de mi profesión.

Sostén la fuerza de mi corazón para que esté siempre dispuesto a servir
al pobre y al rico, al amigo y al enemigo, al justo y al injusto.
Haz que no vea más que al hombre en aquel que sufre.
haz que mi espíritu permanezca claro en toda circunstancia:
pues grande y sublime es la ciencia que tiene por objeto conservar
la salud y la vida de todas las criaturas.

Haz que mis enfermos tengan confianza en mí y en mi arte
y que sigan mis consejos y prescripciones.

Aleja de sus lechos a los charlatanes, al ejército de parientes
con sus mil consejos y a los vigilantes que siempre lo saben todo;
es una casta peligrosa que hace fracasar por vanidad las mejores intenciones.

Concédeme,  Dios mío, indulgencia
y paciencia con los enfermos obstinados y groseros.
Haz que sea moderado en todo, pero insaciable en mi amor por la ciencia.

Aleja de mí la idea de que lo puedo todo.
Dame la fuerza, la voluntad y la oportunidad de ampliar cada vez
más mis conocimientos, a fin de que pueda procurar
mayores beneficios a los que sufren.- Amén."

Rambam. Rabbí  Moshé Ben Maimónides
 

  

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