Jorge Siles Salinas

Nació el 28 de octubre de 1926 en La Paz. Falleció  el 22 de octubre de 2014 en Bolivia.

Hijo del expresidentes de la República Hernando Siles Reyes (1926-1930), fue también hermano de Luis Adolfo Siles (1969) quien también ocupó el cargo del presidente de la república tras la muerte del ex mandatario militar-popular René Barrientos Ortuño.
Se graduó como abogado el año 1951 de la Universidad Mayor de San Andrés, universidad en la que inició su actividad como docente. A causa de su afiliación política a la Falange Socialista Boliviana (FSB), partido contrario al oficialista Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), tuvo que exiliarse en El Salvador y Chile hasta el año 1960, país este último donde fue catedrático en la Universidad Católica de Valparaíso y en la Universidad Católica de Santiago de Chile.

Rector de la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz.
Escribió varios libros de ensayo entre los que sobresale "Ante la historia" donde expone su concepción sobre el hombre, la sociedad y la vida.
Católico militante, Jorge Siles Salinas fue embajador y miembro de las Academias de la Lengua y de la Historia de Bolivia.
Recibió en 2003 el Premio Nacional de Cultura, el más alto galardón que concede el Estado boliviano. Estuvo casado con la historiadora María Eugenia del Valley con Rosario Salinas Estenssoro y fue padre de Diego, Juan Ignacio, Paula y Trini.

Obras
La aventura y el orden (1955)
Lecciones de una Revolución (1956)
La literatura boliviana de la Guerra del Chaco (1969)
Ante la historia (1969)
La Universidad y el bien común (1972)
Algo permanece en el tiempo (1973)
Guía de La Paz (1974)
Bolivia (1981)
La Independencia de Bolivia (1992)
Guía de la ciudad de Nuestra Señora de La Paz (1999)
Roma 2000. Las dos almas de Roma (1998)
Roma-Cristianismo-Historia (2002)
Política y Espíritu (2004 y 2004)
Historia de la Independencia de Bolivia (2009)
Sí, el mar: la negociación boliviano-chilena de 1986-1987 (2012)

Al "no", al "sin" de la privación de lo que nos es vital, contesta el "Sí" de nuestra voluntad de volver a las rutas oceánicas, haciendo nuestra exclamación baudeleriana según la cual el mar es un símbolo máximo de libertad: "Hombres libres, ¡tú siempre amarás el mar!"Advirtamos que,  en el poema de Cerruto, cargado de simbolismo, ese escueto "sin mar" del último verso tiene la consistencia oscura, hiriente, de un rechazo como un "sin más" inapelable, contrapuesto desde fuera de la voluntad patriótica de los bolivianos. La expresión negativa con que termina bruscamente el poema se cierra como un muro, interrumpiendo ásperamente la secuencia del verso.

En diversas ocasiones he manifestado, que, a mi parecer, Chile ha desarrollado una política internacional inteligente en todo los campos de su actuación diplomática menos en el que concierne a Bolivia, punes no siendo demasiado difícil hallar una solución al problema de nuestra salida al mar, no ha prevalecido, desde el lado chileno, la visión razonada y la justa estimación de los elementos que entran en juego en este asunto tan grave y delicado. De nuestra parte, no podemos dejar de reconocer que nuestros errores han sido múltiples en el manejo del primordial problema marítimo, causando no poco daño al encuentro de una solución justa.
En todo caso, puede afirmarse con seguridad que Chile tendría en Bolivia, sin excesivo costo, el país más amigo si estuviera dispuesto a ceder en la postura anacrónica de intransigencia que en forma predominante han asumido sus círculos gobernantes hacia la nación boliviana.
Bolivia no puede vivir condenada a la mediterraneidad perpetua. El egoísmo no debe prevalecer eternamente para cerrar el paso de nuestro país al mar. Repito que no es inteligente, no es razonable persistir en el desatino estribillo de que "no existe problema pendiente" entre uno y otro país. Ante una cuestión inobjetable, reconocida múltiples veces por la naciones de América, no cabe inhibirse, cerrando los ojos a la realidad. No han faltado, por cierto, los casos de estadistas chilenos que han reconocido palmariamente la necesidad de dar una solución definitiva al problema de acceso de Bolivia al Pacífico: Emilio Bello Codesido en 1920; Agustín Edwards, en 1921; en ese mismo año, Arturo Alessandri; Luís Izquierdo, en 1923; Jorge Matte, en 1926, y muchos otros en tiempos mas cercanos, como la nota del Canciller Horacio Walter Larraín, en 1950, se han puesto en esa línea, la de la solidaridad y la justicia. La negociación de 1975 avanzó hacia el punto de que Chile y Bolivia llegaron a un acuerdo previo para la cesión de un corredor al norte de Arica. En 1986-87 surgieron justificadas esperanzas de alcanzar un entendimiento, después de que Chile y los otros países fronterizos, Argentina y Perú, acababan de resolver favorablemente los problemas graves que entre ellos se habían suscitado.