La sublevación indígena

Varios factores explican la confrontación que en los hechos fue una guerra civil. Al fuerte desgaste de los gobiernos conservadores tras casi 20 años de administración se sumó la popularidad creciente de los liberales, que estaban cansados de esperar un tránsito pacífico en el mando de la nación y que habían sufrido más de una vez la manipulación de los resultados electorales a manos de los conservadores. La realidad socioeconómica de Bolivia mostraba un dislocamiento de los centros de decisión.
 La Paz fue durante todo el siglo XIX la primera ciudad de Bolivia y frecuentemente sede de los gobiernos nacionales (comenzando por el Mariscal Andrés de Santa Cruz). Su dinámica como ciudad se vería muy pronto respaldada por el nacimiento de la economía del estaño que desplazó el eje Potosí-Sucre al eje Oruro - La Paz. La caída de la plata trajo consigo el debilitamiento de la influencia de los viejos caudillos conservadores Arce, Pacheco y sus colaboradores más allegados A este contexto debe sumarse la presión por el establecimiento de un país federal que tuvo algunos antecedentes destacados.

Las ideas de Lucas Mendoza de la Tapia en Cochabamba a mediados de siglo, el movimiento de los igualitarios de Ibáñez en Santa Cruz (1874-1876) y las varias propuestas de llevar el gobierno a La Paz realizadas por los paceños en el período conservador. La realidad sin embargo era otra, el federalismo fue una bandera coyuntural mediante la cual se inflamó el sentimiento regionalista del poderoso departamento de La Paz para justificar la rebelión, aunque no es menos cierto que algunos de sus propugnadores creían genuinamente que el federalismo era la mejor solución para Bolivia.

En la sección del 13 de noviembre, el parlamentario Abel Iturralde argumenta: “La paz no acepta otro trato que no sea el que le corresponde por sus condiciones económicas y comerciales, y por el tamaño de su actividad. De nada nos sirve el llamado gobierno central, a cuya acción benéfica estamos dispuestos a renunciar en aras de un cuerpo autónomo con leyes propias que mejor se adapten a nuestros fines”. Días atrás, el pueblo de La Paz se había reunido en un gran cabildo abierto donde proclamo el federalismo.
En la sección del 15 la Bancada paceña en pleno presenta el Proyecto de Ley Federal, donde Bolivia cambiaria el nombra a “Unión Federal Boliviana”.
A escasos tres días se celebro la sesión de la Cámara de Senadores. Tenía como único punto tratar en revisión la Ley de Radicatoria; previamente aprobada en la Cámara Baja. La Ley fue aprobada por la mayoría respectiva, previo retiro de Los senadores paceños.

El 12 de Diciembre La Paz constituye le Junta de Gobierno Federal y envía un insolente telegrama a Fernández Alonso, exigiendo la inmediata convocatoria a un Congreso Extraordinario en Oruro, caso contrario La Paz no repondré de sus actos.
El escenario de la guerra civil se enmarcó básicamente en los departamentos de La Paz y Oruro y algunas provincias de Potosí y Cochabamba.

La decisión de Pando de aliarse con los indios aimaras de la región. El pacto entre Pando y Pablo Zárate Willka, marcó un hecho sin precedentes en la historia republicana. La alanza estuvo probablemente sazonada por compromisos reivindicatorios para los indios que habían sido sistemáticamente expoliados como consecuencia de la legislación de 1880, pero estaba claro que respondía a un interés específico y militar por parte de Pando. Entre enero y abril di 1899 se desataron acciones en las que los masivos contingentes indígenas fueron decisivos para el triunfo de los federales. En las provincias Inquisivi, Aroma, Carangas, Chayanta, Tapacarí y Ayopaya, hicieron un cerco de bloqueos y ataques que diezmaron al ejército de Alonso. Fue, sin duda ninguna, una de las páginas más violentas y sangrientas de toda la historia republicana de la nación.

El 10 de abril de 1899 en las inmediaciones de Paria (Oruro) se produjo la batalla decisiva llamada del segundo crucero (por haberse desarrollado en el llamado crucero de Copacabana donde se juntaban y hacían cruz los caminos hacia Lequepalca y hacia Caracollo. Con la presencia de las fuerzas indígenas de Zarate Willka, el ejército de Pando (1.820 efectivos y un cañón denominado "Walaycho") enfrentó al ejército de Alonso comandado militarmente por el Gral. Julián María López (1.966 efectivos con seis cañones y cuatro ametralladoras). Los indios protegieron a los federales y provocaron el primer ataque de un escuadrón de a caballo que abrió fuego. En más de cuatro horas de enfrentamiento sin cuartel, en el que se destacaron con virulentos ataques el batallen Murillo de Pando y en la defensa desesperada el batallón Alonso de los constitucionales, los federales derrotaron definitivamente a las fuerzas del sur. Casi 4000 combatientes protagonizaron la batalla que dejó un saldo de cerca a 1.000 víctimas entre muertos y heridos. El 12 de abril Pando entró triunfal a Oruro, lado a lado con Pablo Zarate, en medio de a una impresionante multitud en la que se mezcló su ejército con los hombres del caudillo indio.

Como se puede apreciar fácilmente, en el trasfondo de esta guerra estuvo el movimiento indígena que se independizó muy pronto del control de los federales para actuar por cuenta propia. Zarate Willka, bautizado “el temible” por la prensa, buscó un gran levantamiento del altiplano y valles que reivindicara a los indios y organizara una nueva sociedad. Si bien los objetivos no están claramente explicados, el reclamo secular agudizado por los abusos de las dos últimas décadas a partir de las leyes de ex vinculación, llevaron las cosas al punto de la explosión. Si Pando usó a Willka y sus huestes, éste aprovechó la alianza para desplegar un poder que en condiciones normales no habría podido organizar nunca. Las acciones indígenas contra tropas federales pusieron en alerta a la junta y se inicio la represión. Los hechos de Ayo Ayo, Mohoza, la insurrección de Peñas, la amenaza de un cerco sobre Oruro en febrero y marzo de 1899 y las acciones de sublevación en más de una veintena de localidades en tres departamentos del país, decidieron a Pando. El Temible Willka había demostrado valor, don de mando y dureza en acciones verdaderamente exitosas comandando a miles y miles de indios.

 El 22 de Abril de 1899, Zarate y su estado mayor fueron hechos prisioneros en Sicasica, con lo que se desbarató la cabeza del movimiento que fue reprimido y disuelto sin contemplaciones. Así se cerró uno de los momentos más dramáticos del enfrentamiento entre la elite de poder y la mayoría aimara y quechua del país.