Guerra del Chaco

1927. “SALAMANCA"
DE DAVID ALVÉSTEGUI

Gastón Cornejo Bascopé

Gracias a la generosidad del Dr. Alfredo Galindo Quiroga, llegó a mi conocimiento en Santiago de Chile, una copia del diario ”Los Tiempos” en la que se da cuenta que la Editorial Canelas ha presentado el IV Tomo de la obra “Salamanca. Su gravitación sobre el destino de Bolivia” del prestigioso publicista don David Alvéstegui.
 Refiere: “El Índice de este tomo registra el desarrollo de la campaña desde la preparación castrense de nuestras Fuerzas Armadas y el Plan de operaciones militares, hasta las gestiones diplomáticas propuestas en diferentes planos de la intervención extranjera para establecer la paz del Chaco. Que de acuerdo a la naturaleza de cada situación y las contingencias que gravitan con profundo dramatismo para definir el futuro de Bolivia, el autor carga la intencionalidad de su acento narrativo, profundiza sus reflexiones y confirma la sagacidad de su crítica, sin perder la ponderación inherente a todo estudioso que busca la fuerza persuasiva del documento y el respaldo de la opinión ajena”

El diario publica a continuación un fragmento del capítulo inicial del cuarto tomo donde se relieva lo siguiente:
La expedición del doctor Daniel Campos – un civil – que en 1883, partiendo de Tarija recorrió en toda su extensión longitudinal el territorio del Chaco y llegó a la capital paraguaya, demostró al hombre boliviano que la posibilidad de entrar en posesión de esa tierra y le reveló que los obstáculos de la geografía podían ser vencidos por la decisión humana. El tiempo y la maleza y el olvido borraron la huella de esa hazaña.

 En 1905 y 1906, el doctor Leucadio Trigo – otro civil – cumpliendo instrucciones del Dr. Ismael Montes – así mismo, otro personaje civil – hizo efectiva la posesión. Los fortines que fundó fueron los símbolos de la soberanía nacional triunfante sobre la hostilidad geográfica y las guarniciones que en ella quedaron y subsistieron, confirmaron que en el Chaco había condiciones de vida.
Nunca  se ha llegado a saber por qué en 1907, esta situación que fue tan gallardamente ganada, fue voluntariamente anulada por un Protocolo suscrito en Buenos Aires. (1)

 Fue una retractación claudicante. Pero los fortines quedaron en pie como testimonios de la enérgica voluntad boliviana y de su capacidad de dominio sobre la naturaleza. Mas, si el gobierno se comprometió a detener el avance posesorio en la Argentina, no abdicó de su derecho a consolidar la incorporación que se hubo cumplido en los dos años anteriores. Con ese propósito se entregó a las FFAA, a custodia de la región

Alvésteguii asegura - los mejores oficiales y los jefes castrenses más competentes en sucesión continua fueron al Chaco para prestar servicios en las guarniciones y permanecieron por tiempos largos en los fortines ganando fama y ascensos. Sin embargo, ninguno de ellos se detuvo a pensar cuál había sido la situación de esos resguardos militares si, por azar, llegasen a sufrir una agresión extranjera. Nunca estudiaron su defensa. Ningún plan militar se elaboró para su defensa, (2) ni siquiera para crear una vinculación estable con los centros nacionales de producción a objeto de aprovisionar los fortines. Se hizo únicamente contratos fáciles con proveedores argentinos, sistema cómo que no demandaba esfuerzo alguno…pero sirvió para abrir amplio espionaje. José Félix Estigarribia que más tarde comandaría el ejército paraguayo, paseó sus observaciones personales libremente por todos los puestos bolivianos anotando informaciones y acumulando datos; se fingió negociante argentino, amparado por el contrato de proveeduría.(3)
 La fundación de Villa Montes fue hecha con el criterio de que sería el centro vital de penetración y colonización. Pero nada se hizo enseguida para dotarla de elementos. Una maestranza se organizó 30 años después de prisa, cuando el apremio bélico era ineludible. Erigida sobre la orilla izquierda del Pilcomayo, el cruce del río se efectuaba sobre un andarivel artesanalmente construido que a poco fue un trasto destartalado, que volcó a muchos conscriptos a la corriente de las aguas que los arrastró en su ímpetu siendo imposible salvarlos. Nadie se detuvo a pensar en los beneficios que reportaría – sobre todo si la guerra sobrevenía – en la construcción de un puente. (4)

El letargo del Chaco fue despertado en 1923, por una disposición del presidente Saavedra – nuevamente un civil – para la fundación de fortines para establecer un valladar que detenga cualquier avance militar intentado desde el oriente. Fueron Tinfunqué,  Cuatro Vientos, Saavedra, Arce; pero allí se detuvo la magna obra frustrada en su comienzo por una deserción militar agravada de rebelión. (5)

El delito de Lesa Patria de la deserción, fue fatal en sus consecuencias. La más funesta de éstas, que el Paraguay apresuradamente inició la ocupación del territorio central sin encontrar resistencia hasta sobrepasar la línea de nuestros fortines del segmento Pilcomayo.
 En 1927 el General Ángel Rodríguez, entonces Teniente Coronel, cumpliendo la misión encomendada por el Estado Mayor – el Gral. Kundt estaba ausente del país – recorrió las regiones aledañas al Chaco para abrir una “ruta de penetración”. Hizo conocer (como también lo hizo Carlos Blanco Galindo) (6) el resultado en una conferencia en el Círculo Militar de la Paz a sus camaradas en reunión secreta. Halló que por tres regiones transitaban en dirección al Chaco desde tiempos remotos arreando bestias de carga, por desfiladeros que en trechos eran difícilmente practicables, los pocos nativos que vivían de un comercio incipiente. Las tres rutas y sus caracteres fueron presentados por Rodríguez con encomiable detalle y precisión de datos sobre las distancias, accidentes geográficos, recursos humanos, y capacidad de producción. Todos los elementos para una elección acertada de la vía más conveniente para el objetivo principal que se perseguía, el transporte de tropas e implementos de guerra al Chaco.

Las rutas estudiadas fueron: a) Sucre-Padilla-Monteagudo-Cuevo-Villa Montes. B) Potosí-Otavi-Camargo-Culpìna-Villa Montes.
 C) Potosí-Entre Ríos-Chimeo-Villa Montes. El punto terminal estratégico era Villa Montes tratándose de concentración de fuerzas destinadas a maniobrar en el Chaco.
Fue sin duda a los trabajos de la misión Rodríguez que el presidente Hernando Siles se refirió en su mensaje al Congreso de 1927, en el que anotó: “Por los que respecta al Chaco, me satisface informar que están avanzados los estudios sobre las rutas de penetración

 Rodríguez en su informe puntualizó: “No disponemos actualmente de ninguna ruta que de inmediato pudiera responder a las exigencias militares” como conclusión neta de la exploración cumplida. De su parte expresó su preferencia porque se adoptase la primera de la reconocidas por él, como la más apropiada para construir un camino carretero de penetración. Explicó los motivos de su predilección: existencia de un camino carretero actual entre Sucre y Tomina, existencia de un camino de herradura entre Tomina y Padilla fácil de convertir en carretero, bondad del clima a todo lo largo de la travesía, existencia de núcleos de población en todo el trayecto, abundancia de ganado y variada producción agrícola.
A pesar de esto, la ruta elegida para la construcción del camino a Villa Montes fue la de Tarija-Entre Ríos-Villa Montes. Ruta escarpada - 235 km de ladera de montaña – construcción además costosa-
---“. (7)

 BREVE COMENTARIO GASTÓN CONEJO BASOPÉ:

(1) Demuestra la total ignorancia sobre el tema diplomático de los personajes de entonces. Con seguridad los improvisados diplomáticos ignoraban la hazaña de Daniel Campos que en 1883 que llegó hasta Asunción; la fundación de fortines por Leucadio Trigo en 1905 y 1906 cumpliendo órdenes del Dr. Ismael Montes. El Protocolo constituyó un compromiso de lesa patria, como fue la de 1904. 
(2) Ningún plan pergeñado de eventual defensa.
 (3)  El espionaje evidente de Estigarribia, posterior comandante de las fuerzas enemigas ante el abandono y la irresponsabilidad institucional, de gobernantes y de militares, fue insensata y totalmente criticable. Naturalmente, se explica por el subdesarrollo nacional de ese tiempo, más la Patria ya había cumplido el Centenario de existencia. País de vida aún breve, colonizado y explotado persistentemente por la ambición de extranjeros colaborados por una incipiente e ignara ciudadanía. 
(4) El abandono del poblado de Villa Montes fundada en la lejanía, distante de los centros principales, el andarivel deteriorado para cruzar el Pilcomayo, la ulterior chalana ineficaz y la irresponsabilidad para idear un puente de necesaria y urgente construcción, nuevamente confirman la irresponsabilidad de los gobernantes y de la ciudadanía toda.
(5) La deserción militar, objetivada incluso en plena contienda guerrera, revela la pobreza cívica y la carencia de valores ciudadanos.
 (6 y 7) Lo más grave que se consigna tres años previos al estallido de la mayor guerra registrada en el continente fue la frase contundente de Ángel Rodríguez: “No disponemos actualmente de ninguna ruta que de inmediato pudiera responder a las exigencias militares”.

 El importante informe de Rodríguez fue desestimado, por la jefatura militar del Gral. Kundt, como por los niveles de responsabilidad del gobierno de Hernando Siles. Testimonia también la miseria profesional de Kundt y el gobierno de Hernando Siles, el Informe del Oficial Carlos Blanco Galindo, en su Informe Reservado Nº 191, emitido un año antes que el de Rodríguez, desde Puerto Suárez, el 24 de junio de 1926, dirigido al Ministro de Estado en el Despacho de Guerra y Colonización en La Paz. Es aún más revelador y patético pues asegura la existencia en construcción de varias vías férreas ya construidas en dirección a Santa Cruz desde puerto Casado; ofrece soluciones estratégicas valederas que fueron absolutamente ignoradas. Este vital documento, fue ratificado por el informe de Ángel Rodríguez que coincide y también previene sacrificios y desastres. Ambos estudios fueron totalmente desoídos.
 Más tarde en aprestos a la acción bélica, Salamanca esgrimía “Pisar fuerte en el Chaco” tampoco conocía ambos informes fatales e inclusive, cuando el ex Presidente Blanco Galindo y los miembros de la Junta Militar de 1930 fueron consultados por Daniel Salamanca sobre las conveniencias de ingresar en guerra con el Paraguay, todos ellos se opusieron a tal determinación sin ser escuchados por el mandatario.