HISTORIA: HACE 140 AÑOS QUE CHILE LE ROBÓ A BOLIVIA SU DEPARTAMENTO DEL LITORAL

Ing. Jorge Edgar Zambrana Jiménez

Tropas chilenas invadieron el territorio boliviano el 14 de febrero de 1879 ocupando el puerto de Antofagasta, sin previa declaratorio de guerra, menos de arbitraje. De esta manera, totalmente imprevista, el país tuvo que defender su suelo, aunque casi inerme para impedir la agresión de la que era víctima.
Su recurso fue pedir a Perú que se ponga en vigencia el Tratado de Alianza Defensiva, suscrito en 1873. Sin embargo, el país hermano tampoco estaba preparado para enfrentar una guerra, por lo que los dos aliados fueron avasallados con la usurpación chilena de todo el Litoral boliviano y las provincias peruanas de Tarapacá, Tacna y Arica, terminando por ocupar Lima, la capital del país hermano.
Desde varios días antes al asalto a Antofagasta se observó que en la costa boliviana estaban el barco blindado Cochrane y la Corbeta O-Higgins, a los que se sumó el blindado  Blanco Encalada. Desde estas naves las tropas chilenas tomaron al asalto la ciudad de Antofagasta, sin tener resistencia alguna.

INCOMUNICACIÓN
La invasión inició unilateralmente el conflicto bélico. Al no existir líneas telegráficas en nuestro territorio, la noticia llegó a La Paz, por la vía de Tacna. El vapor Amazonas llegó al atardecer del 19 de febrero a Tacna con la noticia; en tanto, el cónsul boliviano Manuel Granier escribió una carta al Presidente y la envió con el chasqui Gregorio Collque (Goyo) que hizo el máximo esfuerzo y cubrió la distancia a La Paz en cinco días a pie. El 25 de ese mes le entregó la carta a Hilarión Daza y el 26, el Gobierno boliviano hizo una proclama a la nación comunicando la agresión y estableciendo los aprestos para la defensa.
El ataque llegaba en un pésimo momento para Bolivia, porque una inclemente sequía en 1878 había generado desabastecimiento en los mercados, hambruna, peste y gran mortandad.
Una débil defensa se organizó en Calama al mando de Ladislao Cabrera, con 150 hombres, la mayoría civiles, entre los que luego destacaría Eduardo Abaroa, un comerciante de San Pedro de Atacama que combatió en el puente Topáter. Murió peleando como un valiente a los 41 años de edad, y cuya frase hasta el día de hoy se ha convertido en inmortal para el pueblo boliviano, cuando arengó a las tropas chilenas que pedían su rendición :

“ ¿Rendirme yo ?, que se rinda su abuela carajo….!!!”

ANTECEDENTES
Previamente a esta acción inicial a la conflagración, sin declaración de guerra y que terminaría con la apropiación de la mitad del litoral boliviano ( la otra mitad ya había sido anteriormente regalada por Bolivia a Chile ), se registraron varias acciones chilenas años antes, fruto de la ambición y expansión chilena.
Atacama, una región boliviana inhóspita, se convirtió en el motivo del conflicto en el siglo XIX porque guardaba la mayor riqueza del mundo de guano y salitre, y con ambos productos se podían fecundar otras tierras.
La historia difundida en el contexto internacional, refleja que en 1857, fuerzas navales chilenas desembarcaron en Mejillones para consolidar la toma del citado territorio. El Congreso boliviano, entonces, hizo una declaración de guerra que no pasó de ser un acto simbólico dada la incapacidad bélica del país. Tampoco funcionó la diplomacia y Chile se hizo de las riquezas del Litoral boliviano.
En 1866, Chile logró que Melgarejo le regalara la mitad del Litoral y, según el tratado suscrito, la otra mitad sería sometida a una medianería, es decir, Bolivia y Chile compartirían las riquezas en partes iguales. No obstante, en la invasión de 1879 Chile usurpó esta última mitad.

MOTIVOS PARA LA INVASIÓN CHILENA
En 1878, un año antes de la invasión, una ley boliviana había dispuesto cobrar 10 centavos por cada quintal de salitre exportado, lo que de plano fue rechazado por la Compañía de Salitres Antofagasta, consorcio chileno–británico.
Ese fue el motivo que Chile encontró para invadir el puerto de Antofagasta. Las tropas se apoderaron de las minas de plata de Caracoles y los depósitos de guano de Mejillones.
Hacia 1870 la gran riqueza argentífera despertó una verdadera fiebre en la zona; por entonces se producían 53.000 toneladas de guano anuales y el vecino Perú, 100 mil toneladas.
En esa línea, el entonces presidente Andrés de Santa Cruz decidió conformar una confederación entre Bolivia y Perú (1836) que puso en evidencia las tensiones regionales y evidenció la desesperación de Chile, que tiene un territorio pobre y escaso en recursos naturales, a excepción de oro que lo tiene en abundancia. Esa realidad en la que convivía el pueblo chileno fue la que “iluminó la mente” del nefasto chileno Diego Portales, que en una célebre carta al general Blanco Encalada, que marchaba a combatir a Santa Cruz, le dijo: “Unidos estos dos Estados serán siempre más que Chile”.
De inmediato, Chile creó confusión en torno a los límites con Bolivia : en 1842 tomó el morro de Mejillones en el paralelo 23°, dos y medio más arriba que la frontera .
Un año después el presidente chileno Manuel Bulnes creó la provincia chilena de Atacama, que colindaba con el desierto boliviano de Atacama, con el propósito de confundir nombres y soberanías. El Gobierno de Bolivia reclamó sin éxito.

EXPLOTACIÓN CHILENA CLANDESTINA
Entre 1846 y 1847, empresas chilenas se instalaron en alrededores de Mejillones y explotaron guano clandestinamente. En 1857, la corbeta chilena Esmeralda se apoderó de Mejillones, lo que obligó a Bolivia a pedir explicaciones e incluso arbitraje internacional, sin éxito.
Para 1863 Bolivia obtuvo la autorización del Parlamento para declarar la guerra a Chile, en caso de necesidad, ante la agresión permanente de ese país. Al poco tiempo el canciller trasandino Antonio Tocornal propuso a Bolivia la compra de Mejillones, que no fue aceptada.

TRATADO SECRETO BOLIVIA-PERÚ
Las intenciones expansionistas chilenas cada vez más abiertas llevaron a Bolivia y Perú a la firma de un tratado secreto el 6 de febrero de 1873, mediante el cual ambos países se comprometían a aliarse en caso de un ataque de Chile. Seis años antes del conflicto bélico, el presidente Adolfo Ballivián propuso al Congreso boliviano la autorización de un empréstito para la compra de dos barcos blindados. La petición fue negada sin explicaciones.

NERVIOSISMO, 140 AÑOS DESPUÉS

El 24 de abril de 2013, Bolivia presentó ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya una demanda contra Chile para que la obligue a dialogar y resolver el tema marítimo. Chile respondió que la CIJ carece de competencia para conocer el tema bilateral y mencionó erróneamente que con Bolivia se firmó un tratado de paz y límites fronterizos en 1904, que habría puesto fin al enclaustramiento. Además, dijo que la demanda boliviana era para revisar el tratado. Bolivia le dijo que el fondo de la demanda es la devolución de un puerto soberano en el Pacífico, sin tocar el tratado. El 24 de septiembre, la Corte de la Haya rechazó la objeción preliminar chilena y se declaró competente para resolver la demanda boliviana de que el alto tribunal obligue al vecino país a negociar un puerto soberano al mar.
Con esta decisión, el juicio, contra el usurpador país, continuó, y fue presentada la contramemoria chilena y hubo alegatos orales de ambas partes. Se esperó el fallo final de la Corte, el mismo que deberia ordenar a Chile sentarse a negociar con Bolivia la devolución de al menos un puerto soberano. La Corte falló que Chile no tiene obligación de negociar, arguyendo que los compromisos anteriores no le obligan a ello; sin embargo, la Corte invoca a ambas partes a negociar la devolución de buena voluntad.
Una ingenuidad boliviana, fomentada por los medios de comunicación de Chile y Bolivia, es malinterpretar el fallo de la Corte de La Haya, cacareando que dicha Corte ha dizqué definitivamente cerrado la puerta a Bolivia decretando, según los políticos bolivianos y chilenos, que Chile no tiene ninguna obligación ni nadie le puede empujar a sentarse a dialogar y menos negociar con Bolivia acerca del tema de devolver alguno de los PUERTOS usurpados.

En la realidad, lo que la corte ha fallado es que las declaraciones unilaterales del pasado, por parte de chile, no le obligan a negociar con bolivia con el fin de alcanzar un acuerdo que devuelva a bolivia un puerto plenamente soberano en el pacífico.
LA CORTE NUNCA HA DICHO : ‘CHILE NO TIENE NINGUNA OBLIGACIÓN DE DEVOLVER LO USURPADO’.

Los Jueces de la CIJ, por 12 votos contra 3, han rechazado el alegato boliviano, con el ridículo argumento de que para que las notas o declaraciones unilaterales chilenas alcancen el rango de un tratado internacional (lo que implica la obligación de negociar) las notas deben seguir una cierta tradición: “según esa práctica, un Estado propone, en una nota dirigida a otro Estado, que se concluya un acuerdo siguiendo cierto método, y luego el segundo Estado responde con otra nota que reproduce de manera idéntica el texto de la primera nota, indicando que acepta estos términos; pero las notas intercambiadas entre Bolivia y Chile no están redactadas de la misma manera ni tampoco reflejan posiciones idénticas”, indicaron los Jueces.

En cambio, los Jueces disidentes, Robinson y Salam, comparten que “el texto de las notas intercambiadas, las de 1950, no tiene que necesariamente ser idéntico, como dice el fallo, para generar efectos jurídicos, sino que basta con que el objeto del intercambio esté claro. En el actual caso, el objeto es claramente ingresar a una negociación directa para devolverle a Bolivia un puerto soberano al océano Pacífico y éso se puede demostrar al comparar lo que dicen esas notas. Pues mientras la de Bolivia señala: ‘Tengo a honra proponer a Vuestra Excelencia que los gobiernos de Bolivia y Chile ingresen formalmente a una negociación directa para satisfacer la fundamental necesidad boliviana de recuperar un puerto propio y soberano al océano Pacífico’, la de Chile manifiesta: ‘Mi gobierno está llano a entrar, formalmente, en una negociación destinada a buscar la fórmula que pueda hacer posible devolver a Bolivia un puerto propio y soberano al océano Pacífico’. Aquí las diferencias son insignificantes”, destacan los jueces disidentes Robinson y Salam, con toda razón.