Pasaron 140 años del combate de Angamos


AGUSTÍN SAAVEDRA WEISE
El autor es excanciller de Bolivia, economista y politólogo
www.agustinsaavedraweise.com

Desde el inicio de la Guerra del Pacífico (1979-1883) el monitor blindado Huáscar del Perú fue pesadilla para la armada rival y buques mercantes que aprovisionaban a la tropa enemiga. Ligero y veloz, era hábilmente comandado por el eximio marino
Miguel Grau Seminario (1834-1879) conocido como "el caballero de los mares" por el trato humanitario que dispensaba a su propia gente y oponentes capturados; era apreciado tanto por peruanos como por chilenos.

Un buen amigo (Dante Gumiel Reyes) me recordó que el conflicto entre Chile, Perú y Bolivia fue objeto de análisis por parte de la Marina de los EEUU y afirmó en la época que el poderío naval chileno era el mayor del Pacífico. El crecimiento de la armada se remonta a la presencia de Lord Cochrane, que en 1817 emigró desde Inglaterra hacia Santiago. Allí ayudó decisivamente a la causa patriótica de San Martín y O’Higgins, particularmente por hacer viable su expedición al Perú. Dante nos recordó también que el más previsor político boliviano en la materia fue José Ballivián, quién inició en Gran Bretaña gestiones para adquirir navíos de combate. El emprendimiento se frustró por los eternos problemas internos de Bolivia…

Continuando con el Huáscar, éste incursionaba en aguas enemigas, hundía sus navíos y prácticamente dominaba los mares de la región. Pero la respuesta contraria no se hizo esperar. Con sus nuevos barcos comprados en Europa la superioridad naval se inclinó netamente a favor de La Moneda. Aún así, el Huáscar continuó con sus correrías, siempre creando caos en el adversario, pero éste ya había previsto una emboscada para intentar destruir al escurridizo monitor y neutralizar al genial Grau.

En el célebre combate naval de Angamos -península cerca de Mejillones- librado el 8 de octubre de 1879 (hace más de 140 años) el blindado Huáscar se vio súbitamente rodeado por el núcleo de la escuadra chilena que ejecutó una hábil maniobra envolvente. Según narran los historiadores, estuvieron presentes los buques peruanos Huáscar y Unión frente a los chilenos Cochrane, Blanco Encalada, O'Higgins, Loa, Covadonga y el carbonero Matías Cousiño. Los buques Cochrane y Blanco Encalada dañaron seriamente al Huáscar y el valiente Grau murió en la batalla, netamente favorable para Chile por su abrumadora superioridad. Esa grave derrota peruana fue factor determinante en la guerra naval; dejó los mares totalmente en poder de la armada enemiga y con posibilidades de generar más adelante una invasión, la que se hizo realidad cuando los chilenos tomaron en 1881 primero El Callao y luego la capital, Lima, ocupando esa ciudad prácticamente hasta el fin de la trágica contienda (1883).

El Huáscar fue trasladado a puertos chilenos para ser reparado y allí quedó hasta hoy. Actualmente funge como museo flotante en Talcahuano. Pasados 140 años, creo que finalmente ha llegado la hora para que Chile -en un gesto magnánimo y de buena voluntad entre vecinos- devuelva el Huáscar al Perú. Su larga retención como "trofeo de triunfo" sigue marcando un punto oscuro en la relación bilateral. Eso debe terminarse para mirar al futuro, no más al pasado. El sacrificio de Grau y la pérdida del Huáscar le dieron a Chile el control definitivo del Pacífico Sur para proseguir con la conquista bélica de territorios bolivianos y peruanos. En aquel fatídico 8 de octubre de 1879 el Huáscar concretaba su quinta incursión en aguas rivales. El célebre monitor -tras el cruento combate- fue tomado por el enemigo, no sin antes cubrir de gloria eterna a su bravo capitán y a la valiente marina peruana.